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Realización de un suelo de tierra o barro seco
La gente a la que le gustan mis últimos dioramas suele comentar que el terreno, la tierra, el suelo del campo de batalla arrasado y removido por ella, les resulta muy atractivo. Su realización no puede ser más sencilla.
Una
vez realizado el relieve básico con corcho o poliestireno expandido lo cubrimos
con una capa de "Das". Se trata de una conocida pasta celulósica de fabricación
italiana (hay otros productos similares de otras marcas). Esta capa servirá para
uniformizar el conjunto y para impermeabilizarlo, lo que será importante a la
hora de trabajar sobre él posteriormente. Una vez seca esta capa, y tras
comprobar
que no hemos dejado huecos o poros grandes, empezamos a hacer el terreno de
verdad. Aplicamos una segunda capa de "Das" (conviene usar el "Das" blanco, pues
el de color terracota puede resultar problemático a la hora de pintar), y sobre
ella aún fresca (que no esté muy mojada pero tampoco apunto de secarse)
"incrustamos" pequeñas cantidades de arena gruesa y algunas piedrecitas (que no
sean redondeadas). Si lo que estamos haciendo es simplemente barro seco,
prescindiremos de las
piedras.
Inmediatamente, y usando un cepillo de dientes algo duro y viejo, empezamos a
"hacer un masaje" en la pasta fresca, clavando las piedrecitas, "arañando" la
pasta y dejando una superficie lo más irregular posible. Si hemos de hacer
huellas (de vehículos, etc.), ahora es el momento de hacerlas. Una vez todo
seco, podemos pintar.
Conviene antes de pintar dibujar un "plano de pintado" para no perdernos: dividimos el terreno en varios sectores, cada uno con un color distinto (colores terrosos, arenosos, rojo-marrón, etc., la gama de colores de un suelo excavado y removido puede ser amplísima), "fundiendo" y suavizando las líneas de contacto. El toque final se hace con "pincel seco" (para cada tono distinto, el suyo correspondiente).