El sitio de internet en español para los modelistas militares dedicados a la Primera Guerra Mundial
Inicio Presentación Preguntas frecuentes Artículos Revisiones Galería Lista de kits
Composición y planificación de dioramas
Hace unos pocos años fui a una exposición de dioramas militares que se celebraba en mi ciudad. Mi decepción no pudo ser mayor: casi todos los trabajos expuestos eran tremendamente deficientes. Ello no era debido a que las figuras estuvieran mal pintadas o a que los vehículos estuvieran pobremente detallados, no era ese el problema que tenían la mayor parte de los dioramas allí presentes. El problema residía en que los autores de esos dioramas desconocían por completo (o al menos así lo parecía, a juzgar por sus obras) los principios fundamentales de la planificación y composición de dioramas. O dicho de otra forma: eran magníficos pintores de figuras o buenos maquetistas de tanques, pero no eran dioramistas.
Un diorama no es (como puedan creer algunos maquetistas y por supuesto el público en general) un conjunto de figuras y vehículos “pegados” encima de una base, aunque esa base esté bien realizada. En un diorama, la base (que llamaremos “escenario” en adelante) es tan importante como los demás elementos. Pero su importancia no radica solamente en que deba estar correctamente montada y pintada. Nuestro escenario no ha de ser tan solo una superficie donde colocar otros elementos, sino que ha de ser uno de los elementos principales del conjunto de nuestra obra, que además ayude a realzar y resaltar al resto de los componentes del diorama.
Pero para hacer un buen escenario no es suficiente con pintar adecuadamente o con construir correctamente tal o cual elemento del mismo. De igual forma que una sinfonía no es sólo un conjunto de bellos sonidos, un escenario (y por extensión, un diorama completo) no puede ser una serie de bonitos detalles. El conjunto ha de tener una coherencia y un sentido. Y ha de tener además todas las características que hagan de nuestra obra un trabajo no sólo correcto, sino interesante, atractivo, original y único.
De igual forma que una gran obra musical (y seguimos con el ejemplo de la sinfonía) no se puede improvisar, sino que debe de tener una planificación previa a su realización material, un diorama ha de planificarse cuidadosamente antes de que empecemos a “ensuciarnos los dedos”, y aquí reside el porqué de este artículo. Los conceptos e ideas a tener en cuenta en la planificación y composición de un buen diorama son perfectamente conocidos por los dioramistas veteranos (lo cual no quiere decir que en alguna ocasión no se descuide alguno de ellos, por supuesto) y se exponen y explican a continuación. Realizar nuestros dioramas considerando previamente estas ideas e intentando llevarlas a la práctica nos garantizará con toda seguridad unas obras interesantes, originales, atractivas y muy personales.
1) Eliminación de paralelismos y perpendicularidades. Casi todos los dioramas se construyen sobre superficies rectangulares. Esto no sólo se hace por comodidad o simple costumbre, sino porque la representación de escenas en superficies poligonales (de más de cuatro lados) o en superficies curvas (elipses, por ejemplo), aunque resulte original, en la práctica puede resultar problemático, dependiendo de la escena que queramos representar (lo se por experiencia propia). Así pues, una vez que tenemos nuestro rectángulo como base del diorama, uno de los peores errores que podemos cometer es disponer elementos de la escena a representar (edificios, vehículos, trincheras, carreteras, etc.) de forma paralela o perpendicular a alguno de los lados del rectángulo. La supresión de la sensación de paralelismo (o perpendicularidad) resulta esencial en todo diorama, porque al suprimir la rigidez geométrica del paralelismo o de la perpendicularidad damos a nuestra escena una naturalidad beneficiosa estéticamente, al generar en el espectador una sensación de “espontaneidad” que le hace interesarse más por nuestra obra, puesto que los elementos “rígidos” por su geometría casi perfecta resultan visualmente más monótonos, más aburridos y menos interesantes.
2) Eliminación de la planeidad. Al principio del artículo hablaba de una serie de dioramas deficientemente compuestos. Pues bien, el principal problema que presentaban esos dioramas era el “aplastamiento”, es decir, que las dimensiones de la base eran considerablemente mayores que la dimensión vertical. Eliminar esta desagradable sensación es sencillo, pues basta incluir en nuestro diorama elementos verticales, tanto hacia arriba (árboles, postes, edificios, etc.) como hacia abajo (trincheras, zanjas, etc.), ganando volumen el conjunto del diorama de esta manera. Es recomendable que el elemento (o elementos) vertical principal sea algo importante en el conjunto de la escena que deseamos representar, pues de no ser así parecerá que se trata de un añadido superfluo o prescindible.
3) Considerar el punto de vista del espectador. Ya se ha mencionado que la mayoría de los dioramas son rectangulares, pues bien, está experimentalmente comprobado que una gran parte o la mayoría de las personas que contemplan un diorama de esas características lo hacen de forma que sus ojos están más o menos paralelos al lado de la base más próximo a ellos. O dicho de una forma más simple: la visual (es decir, la línea imaginaria que “une” los ojos con el objeto observado) suele ser perpendicular a lo que se mira. Un ejemplo muy claro lo tenemos con los espectadores frente a un televisor: el primero que se siente delante del televisor es casi seguro que lo hará de forma perpendicular a la pantalla. Todo ello quiere decir que si queremos que el contenido de nuestro diorama sea plena y claramente apreciado por los espectadores hemos de disponer los elementos de manera que, mirando el diorama desde alguno de los cuatro lados, puedan apreciarse los detalles de los distintos elementos. Si disponemos en nuestro diorama elementos importantes (figuras, vehículos o lo que sea) cuyos detalles sólo se puedan apreciar bien mirando desde un vértice o desde arriba (visual vertical) esos detalles no serán plenamente apreciados por los espectadores.
4) Implicación de todos los elementos en la situación: creación de una escena coherente. Cuando se observa un diorama que representa una situación, hecho, acción o suceso en concreto, con las figuras interaccionando entre sí como si fueran actores en una escena de teatro e incluso interaccionando con los objetos (cañones, tanques, muebles, etc.) sentimos que la situación “tiene vida”, que el autor nos está “narrando” algo, como el novelista que nos cuenta una historia. Veamos un ejemplo: imaginemos una acera de una calle cualquiera, con gente que no se conoce entre sí y que camina yendo a sus obligaciones o simplemente pasea; y ahora imaginemos la misma acera y a las mismas personas, que han hecho un corrillo alrededor de uno de ellos que ha sufrido un desvanecimiento. ¿Cuál de las dos situaciones es más interesante? Claramente la segunda. ¿Por qué? Porque en la segunda “ocurre algo”, y no sólo eso, sino que la gente intenta ayudar al enfermo, llamar a un médico, intentan llevarlo a un hospital…; es decir, los personajes de la escena no sólo “narran” una historia, sino que interactúan entre ellos. De igual forma, un diorama ha de “narrar” algo, por simple y sencillo que sea, con la mayor cantidad de elementos del diorama implicados en la narración, intentando que todas las figuras (es decir, todos los “personajes”) se impliquen de alguna manera en la narración.
5) Evitación de “zonas vacías”. No resulta estéticamente atractivo que haya partes “vacías” en el escenario, esto es, zonas en las que no haya elementos de interés para el espectador. Estas “zonas vacías” están en muchos casos próximas a las esquinas (o son las esquinas mismas) y son “zonas muertas” donde no sólo no ocurre nada, sino que además carecen de detalles interesantes. Eliminar estas zonas sin interés es relativamente sencillo, pues basta en la mayoría de los casos con colocar en ellas pequeños elementos (muebles, barriles, cajas, etc.) que rompan con la monotonía de la zona. Por supuesto, la presencia de esos pequeños elementos ha de resultar natural y nunca “forzada”.
6) Evitar la saturación de elementos. Este punto es el complementario del anterior. Hacer un diorama implica una gran dedicación y una gran inversión en tiempo y en trabajo, justo es por tanto que nuestra obra sea perfectamente apreciada en todos sus detalles por aquél que la contemple. Los dioramas con una gran cantidad de elementos (figuras, vehículos, árboles, edificaciones…) pueden no ser adecuadamente apreciados y valorados si estos se encuentran muy juntos, esto es, si en una pequeña superficie “apretamos” muchos elementos. Puede que en un diorama que presente este aspecto la escena representada sea coherente y realista, pero probablemente muchos detalles que nos han costado muchas horas de esfuerzo realizar pasarán desapercibidos. Conviene por ello equilibrar el espacio disponible con los elementos que situaremos en él.
7) Variedad cromática. A la hora de planificar un diorama, hemos de tener en cuenta los colores que va a tener nuestra obra, y es preferible que descartemos aquellos elementos o escenas completas que puedan resultar monótonas o “aburridas” visualmente. Es muy recomendable que la variedad de colores sea la más grande posible, pues cuanto más grande sea la variedad cromática más atractiva e interesante resultará nuestra obra. Como es natural, esta variedad de colores ha de ser plenamente compatible con el rigor histórico, esto es, con el momento y lugar que representa la escena.
8) Prever la cantidad de trabajo a realizar. La realización de un diorama de tamaño medio a escala 1/35, con diversas figuras y vehículos bien detallados, así como un escenario completo y atractivo, conlleva una cantidad enorme de tiempo y esfuerzo. Hemos de tener esto en cuenta antes de comenzar a trabajar, pues resultaría frustrante dejar a medio acabar un diorama, ya sea por cansancio o incluso por aburrimiento.
9) Rigor histórico. Esta recomendación vale para cualquier maqueta histórico-militar, pero no está de más recordarla siempre. Un buen modelista militar debe de ser un buen y riguroso historiador aficionado y estar plenamente seguro de que todos los elementos de su obra son rigurosamente correctos, tanto en el tiempo como en el espacio.
10) Originalidad. Algunos de los más atractivos dioramas que he visto en mi vida no eran los mejor realizados técnicamente, pero eran de una tremenda originalidad, no sólo por su temática general, sino por sus distintos elementos y los detalles de estos. Los dioramas de la Primera Guerra Mundial, por su escasez en el mundo general del modelismo, ya son originales de por sí, pero no está de más “rizar el rizo” (como decimos los españoles) si ello es razonablemente posible.
Y como vale más una imagen que mil palabras, vamos a aplicar los conceptos anteriores juzgando un diorama ya realizado:
1) Eliminación de paralelismos y perpendicularidades. Está plenamente conseguido, pues tanto la trinchera, como el refugio, la ametralladora o el movimiento de las figuras no es ni paralelo ni perpendicular a ninguno de los lados.
2) Eliminación de la planeidad. También se ha conseguido, pues la profundidad de la trinchera y del parapeto es tal que rompe cualquier sensación de "aplastamiento".
3) Considerar el punto de vista del espectador. Casi se ha conseguido plenamente, pues sólo en el lado de la entrada a la trinchera (junto a la ametralladora) el espectador tiene una reducida visión del contenido del diorama.
4) Implicación de todos los elementos en la situación: creación de una escena coherente. Las tres figuras están implicadas en "la trama" del diorama: dos asaltantes franceses han penetrado en una trinchera alemana, el hombre que va en cabeza ha abatido con su pistola a un oficial alemán que les ha salido al paso y tras asegurarse de que ha quedado neutralizado, hace un gesto a su compañero que le sigue para proseguir el avance. Sólo la ametralladora ha quedado "algo apartada" del centro de la acción.
5) Evitación de “zonas vacías”. No se ha conseguido plenamente pues la zona del parapeto y la de detrás de la ametralladora han quedado algo "abandonadas".
6) Evitar la saturación de elementos. Está totalmente conseguido: todos y cada uno de los elementos del diorama pueden sen apreciados sin estorbarse unos a otros.
7) Variedad cromática. Se ha conseguido, ya que los uniformes y equipos de las figuras, los distintos tonos de la tierra y el resto de los elementos producen una más que suficiente variedad de colores.
8) Prever la cantidad de trabajo a realizar. Al final, se tardó más tiempo del inicialmente previsto en la realización del diorama, aunque el retraso sobre lo programado no fue grande y nunca se planteó abandonar el trabajo.
9) Rigor histórico. Se invirtió mucho tiempo en la investigación histórica de todos y cada uno de los elementos del la obra. El rigor histórico de todos ellos está asegurado.
10) Originalidad. Los que me felicitan por esta obra hacen notar el hecho de que es muy infrecuente ver dioramas a cualquier escala ambientados durante la primera parte de la guerra, lo que es una prueba de su originalidad.
Pueden verse más fotos de este diorama en la sección Galería.